domingo, 20 de diciembre de 2009

Hasta nunca

Ir hasta el final. Llegar hasta el final. Hay que mirar al futuro , soñar con algo, pero ser consciente en todo momento que el mañana no es seguro. Mantener la mente ocupada. Esa es la clave: Amar. Las horas, los días , las noches amando.

Tener algo que contar y saber contarlo. Donde nuestros caminos se separan se forjan los recuerdos que pasamos al olvido. La tierra seguirá girando como si no pasara nada, pues en cierto modo, la vida sigue adelante con su curso como una bola de nieve que arrasa y crece montaña abajo. Tú y yo somos especiales porque ambos nos hacemos especiales, para el resto seremos indiferentes, incluso escoria. Como ellos a nuestros ojos. No valen nada. No valemos nada. Pero juntos disfrutamos.

Estoy esperando desde hace media hora en la estación. No podía estar en casa. He pasado toda la noche en vela. Nervios. Contracturas por mis intestinos. Me he asegurado de la hora una treintena de veces. En unos minutos llegarás.
El móvil pega un zumbido… me vibra todo el cuerpo. Lo saco del bolsillo mientras un par de palomas sobrevuelan las columnas de la estación. Ratas con alas, no son mas que eso.
Observo la monocroma estación de autobuses de mi ciudad. Todo es sucio. Gris. Se construyó hace apenas un par de años y ya parece que tenga siglos. Pintadas en las columnas. Los setos que el primer día contenían bellas flores ahora tan solo tienen ramas, tierra seca, colillas , papeles, cristales… incluso condones usados. Los bancos están desgastados por las huellas de ejes y tablas de skate. Hay espacios para aparcar ocho autobuses pero nunca he visto mas de uno en toda la estación. En una columna hay apoyado un señor durmiendo, y en el banco de enfrente mía una mujer de unos cuarenta y cinco años fumándose un cigarro.
Miro la llamada perdida. Es tu número. Señal instintiva de que andas cerca. Azufre en el estómago cada vez que andas cerca. El dolor del placer. Saco del bolsillo izquierdo el paquete de tabaco y comienzo a liarme un cigarrillo. Las esperas. Las eternas esperas. Donde los segundos se convierten en horas, y las horas en días. Miro constantemente el reloj . Nada. No avanza. Enciendo el cigarro. Él bus aparece. Llevo mucho tiempo esperando este día. La gente comienza a bajar. Gestos de alivio al llegar al destino. Los nervios se me expanden. Sudores y sudores, te veo en la distancia. Levanto los brazos y te llamo. Nos abrazamos. Tu olor se me mete por la nariz y me derrite el corazón. Me eriza los bellos. Soy feliz.

-¿Qué tal el viaje?
-La verdad es que bastante bien. Creía que se tardaba mas tiempo. La última vez que vine se me hizo un poco mas largo. Bueno. Hemos tenido un problemilla a cinco kilómetros de aquí. El motor se ha parado en un pueblo cercano y no arrancaba. Por eso hemos tardado un poco mas. Tengo hambre, no he desayunado.
-Ok. Podemos tomar un café por aquí cerca , luego te voy a enseñar el graffiti que pinté para el festival de hoy. Están montando el escenario aquí al lado.
- Perfecto. ¿Has pensado ya en algún plan para hoy?
- Lo tengo todo planeado. Primero iremos a mi casa a coger algo de dinero que con las prisas por recogerse te me ha olvidado. Después he pensado que podemos ir a mi estudio y hacer unos cuantos de apuntes para el cuadro ese que te prometí. Beber algo y comer fuera. El resto de la tarde de conciertos hasta que te tengas que marchar. -¿A que hora coges el bus?
- A las ocho de la tarde. Tenemos todo el día.
-Si. Pero para mi es poco.

Caminamos hacia la cafetería de la estación. Los nervios se habían disipado. Todo era perfecto. No tenía ninguna preocupación. Ni estudios, ni cambio climático, ni que sería de mi en el futuro. Era como si todos los problemas del mundo me fueran ajenos. No importaba nada, nadie. Solos ella y yo. ¡Y al resto que les follen!
Nos sentamos en la terraza. El sol comenzaba a tomar fuerza. Brillante en el firmamento. El día tenía buena pinta.

-¿Porque no vamos a casa soltamos mi mochila, cojo dinero y vamos a beber algo en mi estudio?
-Vale. Me termino el café y marchamos. Dio un sorbo a su vaso y nos marchamos conversando.

Tenía estilo. Lo tenía en su día y aún lo tiene. Es algo que no se hace. Se nace. Hay mujeres que saben como moverse. Caminan seguras. Saben de sobra que ellas mandan, y que con un solo guiño venderías hasta a tu madre por conseguirlas . Pelo negro. Siempre me han gustado las morenas. Vestía unos pantalones anchos marrones y una sudadera azul oscura que se ajustaba perfectamente a sus formas curvas. Tenía unos ojos negros y una boca pequeña y suave. Un regalo para los sentidos. La mujer.

El estudio estaba repleto de cuadros a medio pintar y trastos viejos. Es una sola habitación con una amplia ventana que da a la calle. En ella tenía un sofá de una especie de tela a la que se te pega el culo cada vez que te sientas desnudo . Las paredes estaban repletas de manchas de pintura y con restos de humo de cierta vez que intenté quemar unas hormigas con alcohol. También existía un cuarto de baño que nunca usaba puesto que estaba infestado de mierda. La tapa estaba sellada con un viejo tablón de madera para evitar que las cucarachas salgan del retrete.

Comenzamos a beber bastante temprano, sobre las doce de la mañana. En un principio nos íbamos a beber un litro de cerveza y salir a la calle a tomar algo. La cerveza fue fluyendo. La música fue fluyendo . Los litros fueron cayendo. Poco a poco nos fuimos poniendo cariñosos. Una vez mas.

Mi relación con Samanta era siempre amor- odio. Siempre era la misma mierda. Nos liábamos, nos peleábamos. Nos dejábamos de hablar durante un año y al siguiente de la noche a la mañana estábamos juntos de nuevo. Siempre la misma historia. Cuando yo estaba pillado por ella , ella pasaba de mi. Cuando ella me deseaba, yo pasaba de ella. Nunca habíamos tenido sexo. Tan solo besos y abrazos. Y muchas hostias. Sobre todo hostias.
Llevábamos unos dos años aproximadamente sin tener apenas contacto. Yo no quería saber nada de ella y estaba centrado en mis estudios y en mi ex -novia . Durante ese tiempo todo era perfecto, todo hasta que dejó de serlo. Al terminar la relación ,Samanta volvió a mi vida como las moscas a la mierda.
No se como coño lo hizo, pero de estar dos años en el olvido de mi mente un día comencé a perder el sueño pensando en ella. A acordarme de lugares. Horas. Momentos pasados. Putos recuerdos. Llego a ser algo obsesivo, bastante jodido. Retomamos el contacto, y ahora de nuevo nos volvimos a ver después de tanto tiempo. Ahora de nuevo frente a mí. Estaba increíble . Esta vez no estaba dispuesto a perder la oportunidad.

La besé. ¿O tal vez fue ella? La verdad es que ya no lo recuerdo muy bien. Ha pasado bastante tiempo. He pasado muchas horas en el sofá. Fue mágico. Estaba fundiéndome en su boca. Su saliva era caliente y espesa. Nuestras lenguas confluían en una elipse sin fin. Dos titanes luchando por doblegarse . Un pulso eterno. El lenguaje de los mudos . El amor es pasión. Es sudor. Son lágrimas. Penas y alegrías. El amor es la vida. El amor éramos nosotros.
Dejamos de besarnos. Me miró a los ojos y comprendí todo. Demasiado bien estaban saliendo las cosas. Había un pero. Siempre había alguno.

-Escúchame Charles. - Me dijo mordiéndose el labio inferior. - No deberíamos hacer esto.- replicó sin mucha convicción en su tono.
- Creo que ya lo estamos haciendo.- Contesté mordiéndole suavemente la oreja izquierda. Ella se estremeció. Un suave temblor recorrió todo su cuerpo. Eso me puso cachondo.

Comencé a acariciar su espalda cada vez mas bajo. Nada podía salir mal. Esta vez iba a llegar hasta el final. Era mi terreno. Mi sofá. Tenía todo preparado. Cerveza. Tabaco. Condones. Lubricantes. Comencé a besarla de nuevo. Nada podría salir mal.

-Espera Charles. Enserio. Somos amigos , recuerda lo de la última vez.
-Oye nena- contesté dando un trago de cerveza- Lo de la última vez era muy distinto. Apenas teníamos catorce años y yo cometí el error de enamorarme . No sabía como funcionaba esto. La vida . Las relaciones. Joder fuiste la primera. No pude evitar hacerme ilusiones. Además, ya que importa. Hemos estado dos años sin hablarnos y ahora aquí estamos, besándonos .- La volví a agarrar por el cuello y comenzó a tocarme por debajo de la camiseta.
Cada vez estaba mas caliente. Lo podía notar. Ella quería, pero había algo que le impedía seguir adelante. Besos y roces. Ambos semidesnudos, a punto de boca pero nada de sexo. Demasiado amor y pasión pero ningún tipo de contacto sexual. No se cuanto tiempo seguimos así. Si la cosa hubiera seguido así acabaría en violación. Me dí por acabado. Me iban a doler las pelotas.

Dejamos de calentarnos mutuamente y decidimos marchar a los conciertos . La mejor oportunidad de mi vida . Ese fue el verdadero momento en el que perdí la esperanza por completo en cualquier relación futura con Samanta. Tenía una mezcla de frustración y alegría. No me la jodí. La había tenido a huevo. Pero sin embargo me encantaba su compañía. Quizás tenía razón. Somos buenos amigos, aunque yo prefería ser menos amigos y joder.

Cuando llegamos a los conciertos ya era bastante tarde. Decidimos pasar de comer cualquier cosa y seguir tirando de cerveza el resto de la tarde. Me procuré mantener distante. Ya había pasado nuestro momento, no volvería a ocurrir. Ella me agarró por la cintura , me miró a los ojos y me besó. Fue un beso con pasión. Fue bastante agradable. Me sentí afortunado. Incluso especial.

La tarde llegó al final. Era la hora de partir. Fumamos un cigarro tranquilo en la puerta de la estación , y cuando se iba a montar en el autobús me volvió a besar. Fue eterno. Podría quedarme meses , años, toda mi vida así.
Al terminar me susurro al oído: te quiero. Yo no dije nada. No me dio tiempo. Se dio la vuelta y marchó . Estuve mirando el bus hasta que se perdió de mi vista. Me estaba jodiendo por el culo a dios, y al cabrón le estaba gustando. Sonreí.

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