lunes, 30 de noviembre de 2009

BUENOS DÍAS

El olor a tabaco impregnaba mi ropa y mi cuerpo, mi boca emanaba un intenso aroma a alcohol macerado en vómito. El primer rayo de claridad que entra por la ventana es como una pequeña estaca ardiente que atraviesa mis pupilas e incendia todo el sistema nervioso provocando que me revuelque. Tengo el cuerpo empapado en sudor, un sudor cálido, pegajoso y pesado, con una textura parecida a la sabía de un árbol, como si estuviera sudando todo el alcohol y la mierda mezclada con sangre. Apenas soy consciente de mi estado, aunque me siento agotado, cuando me pregunto.
- ¿Mil?¿Dos mil?¿Cuántas habré quemado ya?¿Cuántas quemé ayer?-
Mis neuronas no me responden. No son capaces de soportar la masiva oleada de información que están recibiendo ante la cual buscan la salida fácil y acaban por morir.
Los sentidos me engañan , no consigo coordinar mis movimientos y mis capacidades psicomotrices están doblegadas a mi mermada y derretida mente. El tiempo pasa lento. Tal vez sea el paso normal de éste pero, sinceramente, no soy consciente de ello, o por lo menos no soy consciente del todo, ¿o tal vez de nada? , me encuentro en un estado de lucidez un tanto difícil de explicar, mientras mi cuerpo está echo mierda, mi mente también , aunque ella me engaña de algún modo haciendo verme que no pasa nada, que es curso natural de las cosas, por lo tanto la creo y sigo adelante. ¿Me miento para ser feliz? Yo diría que mas bien me miento para sobrevivir.
Intento hacer memoria sobre lo que ocurrió ayer, pero soy incapaz de concentrarme en ningún pensamiento concreto. Oleadas de información me sacuden: datos, fechas , recuerdos , olores… se expanden por mi mente para luego morir en algún lugar del olvido. Lo vuelvo a intentar, retomo las riendas de mi razón de nuevo en torno a la pregunta que tanto me inquieta y que en este mismo momento tiene una importancia vital y misteriosa: ¿Qué pasó ayer?¿ como he podido pasar de ser una persona a esto ?
-Tengo que hacer café- digo en voz baja. Creo que es la primera voz que escucho en muchas horas, a veces me gusta hablar solo no por el hecho de que esté loco, si no para mantener la cordura y no sentirme solo, al escuchar una voz ya no me siento tan solo. Una vez mas me intento engañar.
Camino hacia la cocina , abro el refrigerador y observo su interior…
-¿Qué coño estoy buscando…? Me pregunto. Tras unos minutos mirando al vacío salgo de la cocina y marcho en dirección al cuarto de nuevo. Mis pies parecen pesados como el mercurio, cada paso es un reto, un desierto que cruzar, todo es de crucial importancia, cada Tic-Tac cuenta. Cada latido del corazón se me clava. POM..POM..POM..POM. Los que dicen que la vida es corta son jilipollas. Pienso.
Al pasar por el espejo del pasillo me quedo observándolo un rato, mi propio reflejo tiene ahora atractivos hasta ahora desconocidos, me observo atentamente el rostro , pero el que se encuentra al otro lado no soy yo, quiero decir, no me reconozco, nunca lo he hecho, ni en fotos ni en reflejos de cualquier tipo, sinceramente no pienso que nos conozcamos ninguno de nosotros mismos, apenas podemos vernos, no desde un punto de vista externo.
-¿Qué estoy haciendo?- Vuelvo a hablar solo. ¡CAFÉ!. Claro, eso es lo que quería, tengo que preparar café. Aprovecho éste momento sublime para retroceder sobre mis pasos y acabar de nuevo en la cocina. Consigo mi propósito haciendo un esfuerzo sobrehumano, hasta la tarea mas sencilla como puede ser preparar café se puede convertir en una tarea ardua y complicada cuando uno lo que tiene es mierda en lugar de sangre.
-MIERDA-Grito.
Todo estaba saliendo a pedir de boca hasta que me doy cuenta de que no queda café molido sino ese asqueroso café soluble de sobre. Tras blasfemar un rato me conformo con mi agua sucia y me siento en el sofá. Automáticamente el potingue sustituto de café decide salir de mis entrañas. Parece ser que mi interior no es muy acogedor en estos momentos. Busco un cigarro y me encamino hacia el baño. -Paradigmas de la vida- pienso. Mi cuerpo intentando limpiarse de mierda por un lado y yo introduciendo nuevas toxinas por otro, de modo que el proceso de reciclado nunca llega a concluir, siempre acabo jodiéndolo.
Huelo mal. Me siento desagradable en todos los sentidos , vista, tacto , gusto ... Es hora de que me dé una ducha. Mientras pienso todo esto al contrario de lo que dicta mi mente, mi cuerpo ya está situado en el salón y sentado en el sofá. Es como si mente y cuerpo fueran dos entes distintos luchando cada una por hacerse con el control sobre la otra, aunque en este caso ha ganado el cuerpo. Miro el reloj . Las nueve de la mañana.
-Joder, que caraho haré despierto a estas horas.- repito en voz baja.
Podría estar durmiendo. Pienso. Aunque, una vez despierto...me es imposible. En este momento mi mente es una despótica dictadora que quiere que sufra atormentándome en respuesta al que la sometí anoche. Es una lucha ardua y feroz cuyo final está claro: Vive rápido...muere joven...

Un flash viene a mi mente, una imagen: “El Gato Muerto” . Maldita sea, ayer estuve allí, pero , ¿qué mas?
Pasa una sucia y asquerosa mosca, engordada por las mierdas de cualquier perro. Zumba frente a mí. Me quedo mirándola , toda mi concentración se centra en ella. ¡Joder, acabo de olvidar todo por culpa de un puto insecto!
Necesito un cambio, no se si voy a aguantar por mucho tiempo esta rutina. Me miento una vez mas. Me repito que no voy a beber ni a fumar en la vida.. vive rápido, muere joven. Incumpliendo mi eterna promesa retorno a la nevera en busca de unas birras , necesito alcohol para seguir funcionando.
¿Quizás pronto para beber?... ¿Qué mas da? Es domingo, no tienes nada mejor que hacer, y después de todo, ¿qué mejor forma de superar el colocón que manteniéndolo? Siempre he odiado esa costumbre de beber tan solo los fines de semana por la noche. Me puedo colocar igualmente un sábado por la noche que un martes por la mañana, tanto a las cinco de la tarde como a las cuatro de la madrugada. Los efectos son igual de devastadores. Tras un rato de sofismos mentales decido ceder ante mi poder de convicción y abro unas latas. El frío tacto del metal con mis labios es rápidamente sustituido por un hilo cálido que baja por mi garganta hasta mi estomago. Todo es una explosión de sabor, una ópera para los sentidos. Si alguien dijo que la ópera es la cama del pobre, la cerveza debe ser la gorda que canta.
Es el momento idóneo para encender el mp3, los altavoces y poner algo de música a todo volumen, necesito algo que le de temporalidad al asunto. Tengo que calmar estas tormentas de pensamientos e ideas , y no hay nada mejor para este fin que cerveza y música. Mientras que la mayoría de la gente usa el alcohol para desinhibirse, yo lo uso para concentrarme, mientras que el resto bebe para olvidar, yo bebo para recordar...
Comienzo a sentirme ebrio. Ojos vidriosos , percepción espacial mas alterada, sonrisa floja y bobalicona. Es hora de abrir otra lata.

Carlos Aguilar Hebles.

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